INFIERNO DE DANTE: OCTAVO CIRCULO
FOSAS 06 AL 10
Continua el relato infernal de los tormentos de los fraudulentos. Llegamos a la única fosa del infierno, en la que los condenados no están desnudos. Es la fosa de los hipócritas y su castigo es bastante apropiado para sus culpas. Ellos vivieron ocultandose tras máscaras y trajes dorados ante los demás, mientras que su interior estaba lleno de odio y ambición; pues ahora deben llevar capas de oro reluciente, que sin embargo son de plomo por dentro, por lo que sucumben ante el peso. Pero no tienen alternativa... deben caminar eternamente pues su peso ha de ser el tormento de otro grupo de hipócritas especiales, un grupo que se escudo en la religiosidad y el bien común para condenar al más justo de los justos: los miembros del Sanedrín que condenaron a Jesús. Ellos están crucificados en el piso y deben soportar el peso de cada uno de los hipócritas que deambula por el círculo...
La siguiente fosa, nos presenta probablemente el tormento más grotesco de toda la comedia. Son los ladrones fraudulentos, aquellos que se valieron del engaño para cometer cualquier robo, estafadores en general... Ellos deben pasar la eternidad en una fosa de serpientes, pero que en realidad no son animales sino otros ladrones que han perdido la forma humana. Y así como vivieron quitandole a otros lo que con esfuerzo ganaron, ahora deben esforzarse para quitarse los unos a otros la forma humana. Una picadura en esta fosa puede significar que ardas hasta reducirte a cenizas, que te fusiones con una serpiente y te conviertas en una mostruosidad o que te conviertas en una y debas pasar algun tiempo arrastrandote entre pisotones y caidas.
En la fosa más proxima, Dante se topa con los consejeros del fraude, es decir aquellos que incentivaron a otros mediante palabras a cometer otros fraudes o en general cualquier maldad. Por culpa de ello, deberán permanecer la eternidad envueltos en llamaradas de fuego que los recubren totalmente.
La fosa que sigue contiene a los cizañeros y sembradores de discordia política, religiosa o de cualquier otra índole. Así como en vida, ellos separaron a personas, pueblos o credos, ahora sus cuerpos son cercenados y separados por un demonio que los mutila cada vez que se lo encuentran. Dado que la fosa es circular, siempre llegan a toparse con él antes de que sus heridas esten completamente sanadas. El mayor sufrimiento lo experimenta otro poeta como Dante, Bertran de Born, quien intrigó entre príncipe y rey, por lo que ahora lleva la cabeza separada completamente del resto de su cuerpo.
La última Malebolge contiene a los fraudulentos por excelencia: los
falsificadores. Cada uno de ellos esta condenado a experimentar alguna
enfermedad por le resto de la eternidad; así los alquimistas que
falsificaban metales sufren de lepra, los suplantadores de rabia, los
monederos de hidropesía y los que dieron falso testimonio de fiebre.
Obviamente, ninguna de estas enfermedades se cura o aminora nunca.